sábado, 28 de marzo de 2015

León Trotsky. Por la libertad de educación

En los países atrasados, la actividad de los maestros no es una simple profesión sino una misión exaltada. La tarea de la educación cultural consiste en despertar y desarrollar la personalidad crítica entre las masas oprimidas y esclavizadas. La condición indispensable para esto es que el mismo educador posea una personalidad desarrollada en un sentido crítico. Una persona que no ha desarrollado serias convicciones no puede ser líder de la gente. Es por esto que un régimen totalitario en todas sus formas en el estado, en el sindicato, en el partido, le ocasiona irreparables daños a la cultura y a la educación.
Cuando las convicciones son impuestas desde arriba como una orden militar, el educador pierde su individualidad mental y no puede inspirar a niños o adultos respeto o confianza en la profesión que ejerce. Este es el peligro terrible que amenaza la causa de la revolución y amenaza la cultura, particularmente en los países jóvenes y atrasados, donde la población está demasiado dispuesta, aun tal como es, a doblar la rodilla ante el feudalismo, el clericalismo y el imperialismo.
Solamente una honesta y tenaz lucha ideológica puede asegurar la formación de convicciones serias con raíces firmes. Sólo una educación con estas convicciones es capaz de ganar autoridad indestructible y realizar su gran misión histórica.